Mientras que los pies de los póngidos (la familia de los grandes simios) están especializados en agarrarse a las ramas y en coger frutas, los nuestros perdieron la capacidad prensil y se especializaron en estar de pie, andar y correr. Nos hicimos bípedos. Al dejar las manos libres, nuestro pulgar se fue especializando, permitiéndonos un agarre extraordinariamente preciso, fuerte, pero delicado. Fue algo tan crucial en la evolución humana como el tamaño de nuestro cerebro. Gracias a ello nos convertimos en los supremos artesanos del reino animal. Esta pequeña clase de antropología física se traduce en que los damos mucho trabajo, a ambos. Recompensamos a nuestras manos y pies, que tanto les debemos, con los mejores productos orgánicos para manos y pies.