Solemos llamar retinol a todos los derivados de la vitamina A y por eso hemos titulado esta sección así, todo sea por entendernos, pero no es preciso: los derivados de la vitamina A son en realidad retinoides, el retinol es el más conocido de todos los retinoides, pero hay más.
La principal diferencia entre todos los tipos de retinoides es su potencia, de menos a más: Retinol esters > Retinol > Retinaldehído > Ácido retinoico.
Los retinoides son los ingredientes cosméticos antiedad que tienen más estudios científicos independientes que avalan su eficacia.
Su mayor virtud es la capacidad de acelerar la renovación celular. Cuando envejecemos, nuestra piel va ralentizando este proceso, pasando de renovarse cada 2 semanas cuando somos bebés, hasta cada 3 meses cuando somos ancianos. Una piel en la que se acelera la producción de nuevas células se ve más luminosa, con la textura más uniforme, más vital y elástica.
Los retinoides son capaces de reparar el daño celular, las fibras de colágeno y estimular su producción, por lo que son capaces de suavizar e incluso revertir, no solo las líneas de expresión, sino también las arrugas.
Son estupendos para pieles con mucho poro que tiende a obstruirse, por dos razones: la ya citada aceleración de la renovación celular, y por su capacidad para reducir la producción de sebo. Esto lo hace muy adecuado para pieles con acné e impurezas.
Además de todo esto, también es efectivo contra las manchas y es un gran antioxidante, no solo revierte el envejecimiento, también lo previene.