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El equipo de Clementine ha crecido, así que tocaba, de nuevo, poner rumbo al precioso valle prepirenaico en el que se cuecen las magistrales fórmulas de una de nuestras marcas favoritas: Dulkamara Bamboo. 

Os prometemos que unas horas en su laboratorio bastan para que salgas convencido de que estás ante una marca de cosmética única en el mundo.

Esperamos poder transmitiros el por qué.

El INCI (lista de ingredientes) de un cosmético nos da valiosas pistas sobre su eficacia, por eso siempre insistimos en que lo leáis. Cuando tienes delante un INCI de Dulkamara, sabes que te encuentras ante algo maravilloso. Pero cuando entiendes lo que va más allá de lo que pone en el INCI, te das cuenta de que además de maravilloso, es la cosmética más extraordinaria, pura y efectiva del mundo.

Antes de enseñaros lo que vimos y aprendimos en el laboratorio creemos que hay que saber quién está detrás de este mágico universo de bambú, una persona muy especial: Marie Carrasquedo.

¿Quién es el alma máter de Dulkamara?
Marie Carrasquedo Lebourgeois comenzó con sus experimentos botánicos a los 13 años, una mente extraordinaria que ha dedicado su vida a desarrollar una sensibilidad única para observar y entender la naturaleza. Más tarde, se convertiría en una de las mayores expertas fitocosmetólogas de París, siendo, también, una estudiosa del cuerpo humano, de la aromaterapia, la osteopatia craneo-sacral y numerosas disciplinas que han contribuido a que hoy, con más de 30 años de trayectoria profesional detrás, haya sido capaz de crear una cosmética única en el mundo.

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Y ahora sí, nos introducimos en el laboratorio donde se gestan sus mágicas creaciones.

La primera habitación: los macerados.

La primera habitación que nos enseñaron, a través de un cristal, fue la que aloja los imperturbables macerados.

Aquí es donde extraen algunos de los activos más potentes de la naturaleza para introducirlos en sus cosméticos, los extractos de plantas que vemos en sus INCI. En el laboratorio pudimos observar cómo los dividen en dos grandes grupos:

  • Por un lado, tienen los tarros con oleomacerados, de los que obtienen los extractos lipídicos.
  • Por otro lado, tienen los tarros con las tinturas, de las que se obtienen los extractos acuosos.
En pocas palabras…

¿Qué es un oleomacerado?

Es un proceso que sirve para traspasar los principios activos de una planta a un aceite vegetal.

Para realizar un oleomacerado rellenan un tarro de aceite vegetal e introducen la planta de la que quieren obtener el extracto. Lo dejan en reposo, cada planta tiene unos ciclos diferentes que hay que conocer y respetar. Por último lo filtran.

Cuando el vehículo para extraer las propiedades medicinales de una planta es un aceite, el ingrediente resultante es extracto oleoso o lipídico.

¿Qué es una tintura?

Es un proceso similar que el anterior con la diferencia de que el vehículo, en vez de un aceite, es un alcohol orgánico, que es un excelente disolvente de las propiedades medicinales de las plantas.

Al ingrediente que resulta de macerar plantas en alcohol se le llama extracto acuoso.

En el INCI no observamos esta diferencia, a todo se le llama extracto, pero la hay, vamos a poner algún ejemplo para entenderlo mejor:

  • Los extractos lipídicos los utilizan en los aceites o en las fases grasas de las cremas. Por ejemplo, son los que vemos en el INCI del aceite revitalizante, que contiene extractos de rosa centifolia y centella asiática vehiculizados mediante aceite vegetal de germen de trigo y girasol.
  • Los extractos acuosos forman la fase acuosa de los cosméticos de Dulkamara. Por ejemplo, la leche virginal contiene una compleja mezcla de extractos acuosos de bambú, haba tonka, violeta, bálsamo de tolú y aciano. ¿Podéis ver alguno de ellos en las fotos macerando?

Lo más común en el mundo de la cosmética ecológica es comprar los ingredientes ecológicos a otras empresas.

Sin embargo, Dulkamara solo compra la materia prima. Viajan por todo el mundo para conocer a sus proveedores, quién, cómo y cuándo se cosecha, buscan que sea de origen biológico, biodinámico o silvestre, y la planta llega virgen al laboratorio donde ellos mismos elaboran los ingredientes: macerando, extrayendo, destilando, fermentando, enflorando… todo ello en crudo, en frío, sin procesos sintéticos ni de calor que dañen los activos. ¿Quién dijo que aquí no había química? ¡Já! Cada complejísimo proceso de fabricación es controlado minuciosamente en este laboratorio para que se preserven al máximo las propiedades.

Para que os hagáis una idea de lo complejo que es, nos contaban que la base de las savias de bambú es un fermento de plantas que se origina durante todo un ciclo lunar (28 días), este es el tiempo que han estudiado que es requerido para obtener los máximos principios activos. Hay que tener un gran conocimiento para llegar a ello, pero es que la vida de Marie es una oda a la botánica.

La segunda habitación: los aceites esenciales.

Nosotros seguimos nuestro camino… y en cuanto entramos en la segunda habitación nuestro extasiado olfato se percató al instante de que nos encontrábamos sumergidos en la cámara de los aceites esenciales: los tesoros que esconde la palabra parfum de los INCI de Dulkamara, y esta vez sí, pudimos verlos (y olerlos) de cerca. Fue la habitación preferida de la que os escribe.

Mientras que la palabra parfum de la cosmética convencional puede encubrir más de 3.000 sustancias sintéticas tóxicas bajo el amparo del secreto industrial, aquí tenéis la lista completa, en la cosmética orgánica el perfume no solamente no es perjudicial, sino que contiene unas de las sustancias más beneficiosas que existen para los seres vivos, joyas valiosísimas de la naturaleza: los aceites esenciales.

¿Qué esconde la palabra parfum en Dulkamara?

Los aceites esenciales (AE)

Los aceites esenciales (AE) son sustancias que se concentran en unos saquitos diminutos que hay en las plantas aromáticas. Los AE trabajan en dos direcciones, a cada cual más interesante, por un lado influyen en nuestras emociones, lo que llamamos aromaterapia, y por otro aportan propiedades beneficiosas a nuestra piel y a nuestro cuerpo, entendiendo ambas vías como algo global:

  • Lo físico: las plantas los usan para defenderse contra las plagas y hongos, así que resulta obvio por qué casi todos los AE son antibacterianos, antifúngicos y antivirales. Inhalados o directamente absorbidos por la piel (tienen una gran capacidad de absorción) son medicinales.
  • Las emociones: los AE al ser inhalados van, sin ser racionalizados, directos al sistema límbico, que es la parte de nuestro cerebro que rige, entre otras cosas, las emociones y la memoria. Por esta razón los aceites esenciales son capaces de influir en nuestros sentimientos y emociones. Hay que tener en cuenta que no cualquier aroma tiene esta capacidad, solo los aceites esenciales tienen la composición adecuada para resultar terapéuticos.

En este este artículo de Organics Magazine lo explican referenciando numerosos estudios científicos que así lo respaldan. Os recomendamos leerlo, ya que se hace muy ameno e interesante.

Pues bien, sabiendo todo esto, os imagináis por qué estar dentro de esa habitación llena de botellitas con tan preciado interior, y poder oler los que más nos llamaron la atención, fue toda una experiencia.

Nos deshicimos al oler la vainilla de Madagascar más maravillosa que nuestra nariz haya saboreado, el más exquisito y delicado neroli cuidadosamente extraído de los preciosos pétalos de la flor de azahar, un aceite de rosa de Damasco tan puro que se encontraba cristalizado y para el que son necesarios más de 1.500 pétalos para obtener 1 mililitro… esto es lo que esconde la palabra parfum de Dulkamara.

Una cosa importante es que los aceites esenciales están empleados en sus dosis mínimas fisiológicas, es decir, la cantidad mínima para que resulten terapéuticos y aromacológicos, pero segura para las pieles ultra sensibles y las mujeres embarazadas.

Como veis en la foto de arriba, tienen embotelladas las mezclas de aceites esenciales que forman el perfume de cada producto. Jugamos a oler uno convencidos de que lo identificaríamos al momento y… ¡sorpresa! Ninguno de nosotros lo reconoció pese a que pulverizamos el rostro con él cada mañana. Era la leche virginal. Nos explicó Ana, que esto se debía a la extraordinaria pureza y calidad de los extractos, las resinas, las fermentaciones y los aceites que habíamos visto en la anterior habitación. Su presencia influye también en el aroma final, no son grasas procesadas, inertes, insípidas, incoloras e inodoras a las que después se las decora con vistosos perfumes sintéticos y tóxicos como en otros tipos de cosmética.

La tercera habitación: las materias primas.

La tercera habitación que nos enseñaron fue la de las materias primas; plantas y flores traídas de todo el mundo. Nos contaba Ana la satisfacción de conocer de cerca las cooperativas que cosechan de manera sostenible, por ejemplo, su vainilla y su ylang-ylang, el buen trabajo que hacen no solo a nivel de calidad sino su implicación social. Aquí abajo podéis ver el aciano (centaurea cyanus en el INCI) con el que obtendrán el extracto que contiene, por ejemplo, la leche virginal y a la izquierda, las rosas de Damasco.

Para terminar la visita…

Conocimos las cabinas de control de calidad, esterilización, embotellado y las salas del laboratorio donde, una vez obtenidos los ingredientes de las materias primas, se hace la magia de unirlos, en sinergias precisas gracias a los estudios de Marie sobre qué planta potencia a otra, con las dosis precisas para que la piel lo asimile y se nutra lo máximo posible, con el equilibrio correcto para conseguir la labor titánica de que la fórmula sea estable sin conservantes sintéticos. Pura ciencia.

Como hemos visto hasta ahora, la magia de Dulkamara está en sus ingredientes, pero para terminar de entender por qué es tan especial y qué es lo que la diferencia del resto de marcas de cosmética, incluso de la mayoría de marcas orgánicas, hay que entender también los ingredientes que no utilizan y el por qué.

Hay dos aspectos que nos llamaron especialmente la atención y que en el laboratorio nos contaron cómo supusieron un gran reto para los formuladores: realizar emulsiones «sin emulsionantes», y conservar «sin conservantes»:

¿Cómo consigue Dulkamara emulsionar «sin emulsionantes» y conservar «sin conservantes»?

Emulsionar «sin emulsionantes»

Un emulsionante es una sustancia que mezcla dos elementos difíciles de mezclar. En la cosmética suele ser el ingrediente que une los ingredientes grasos (aceites, etc.) con los ingredientes acuosos (hidrolatos, etc.).

    • La cosmética convencional utiliza emulsionantes sintéticos, derivados del petroleo y algunos tóxicos como, por ejemplo, los PEG.
    • En la cosmética ecológica utilizan emulsionantes seguros derivados de plantas como el cetearyl alcohol o la goma xantana. Son ingredientes que tienen solo una función: unir las dos fases de la crema, no proporcionan beneficio a la piel.
    • En Dulkamara han descubierto la manera de unir la parte acuosa con la grasa con ingredientes que, a su vez, aportan beneficios al organismo. Descubrieron que con la dosis extacta, el kaolin (una arcilla) se convierte en un emulsionante que además de mezclar los ingredientes, resulta desintoxicante, depurativo y calmante. También utilizan lecitina (lecitin) que, además de unir las fases, contiene antioxidantes, vitaminas y minerales que nutren la piel.

Conservar «sin conservantes»

Los conservantes detienen o minimizan el deterioro de un cosmético a causa de la proliferación de microosganismos contaminanantes.

  • La cosmética convencional utiliza conservantes sintéticos tóxicos como parabenos o fenoxietanol.
  • La cosmética ecológica utiliza conservantes seguros. Un ejemplo son el sodium benzoate o el potassium sorbate. La única función que tienen en la fórmula es conservar.
  • En Dulkamara, ya lo sabéis a estas alturas, todos los ingredientes utilizados tienen que aportar un beneficio a la piel. Por eso no utilizan ingredientes que solo sirven para conservar, aunque sean seguros. Entonces, ¿cómo sus productos tienen unos márgenes de caducidad de 12 a 24 meses, tan amplios tratándose de cosmética orgánica?:
    • Contaminación 0. Aunque por ley los cosméticos pueden salir de un laboratorio con unos porcentajes mínimos de contaminación, en Dulkamara van más allá y salen a 0 gracias a un meticuloso procedimiento de fabricación en el que hasta la arcilla es esterilizada (siempre mediante procesos físicos que no dañen sus propiedades).
    • Las dosis son estudiadas al milímetro para garantizar una fórmula muy estable y aquí volvemos al extenso conocimiento de Marie sobre el mundo vegetal… y hay ingredientes que además de realizar otras funciones, ayudan a conservar: ácido sórbico, aceites esenciales…
    • Los envases protegen el producto con dosificador, imposibilitando la contaminación por contacto.

Marie es una observadora nata de la naturaleza. Ella siempre dice que ni el científico más sabio del mundo es capaz de crear algo superior a lo creado por la naturaleza, por eso su método es observarla e intentar imitar sus procesos lo máximo posible.

Dulkamara nace de la observación y se cuece gracias al conocimiento y la ciencia.

Una cosmética efectiva, porque todos sus ingredientes son biodisponibles; pura, porque como habéis visto sus estudiadísimas fórmulas no tienen ningún elemento de relleno, nada que el cuerpo no asimile; y extraordinaria, porque solo la innovación científica llevada a cabo por este laboratorio ha permitido crear unos cosméticos únicos en el mundo.

Esperamos haber sabido transmitiros el por qué de nuestra devoción y el por qué no nos cansamos de aconsejar que probéis en vuestra piel, y os enamoréis 🙂 , de Dulkamara Bamboo. ¿Lo habremos conseguido?

Be Dulkamara! Be Clementine!

by Clementine

www.beclementine.com

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