En el mundo cosmético también hay dudas existenciales, y ésta es una de ellas, ¡lo vemos a diario en la tienda! Continuamente nos bombardean en los medios de comunicación con las increíbles propiedades de los sérums, pero muchas mujeres realmente no entienden el concepto de sérum, para qué sirve, por qué debería utilizar uno, o por qué no. Creemos que esta confusión se deriva de la falta de concreción de la publicidad y del carácter generalista que le dan al propio término de sérum.
Es cierto que el sérum es un producto maravilloso (siempre y cuando no esté repleto de ineficaces siliconas), pero… ni todo el mundo necesita un sérum, ni todo el mundo necesita el mismo sérum.
Comencemos entonces por dar una definición fácil del sérum: se trata, ni más ni menos, que de un concentrado de activos que cumplen una función específica en la piel, según cuál sea su necesidad, y complementa el tratamiento de nuestra hidratante habitual; por decirlo de otra manera: si hay algún aspecto de nuestra piel que nos preocupa especialmente, podemos combinar una buena hidratante, adecuada para nuestro tipo de piel, con un sérum más enfocado en tratar esa necesidad; por ejemplo: si notas que la piel no está tersa como antes, te vendrá bien usar un sérum reafirmante; si tienes tendencia a que te aparezcan manchas, usarás un sérum antimanchas, si tienes exceso de grasa, un sérum equilibrante te ayudará a controlarla, etc… Hay cientos de sérums diferentes, simplemente debemos identificar nuestra necesidad y dar con el que se ajuste a ella. Para eso, es fundamental que la persona que te lo va a vender entienda lo que buscas, y sepa las diferencias entre unos sérums y otros. No es lo mismo recomendar un sérum a una chica de 20 años con piel acneica, que a una embarazada de 30 con la piel deshidratada, que a una mujer de 50 con falta de tersura.
Otro aspecto a tener en cuenta es la textura del sérum. Tradicionalmente, los sérums se han caracterizado por tener una textura fluida, de fácil, profunda y rápida absorción, que además permite un resultado más eficaz del tratamiento posterior. Hoy en día, están en auge los sérums en forma de aceite, cuya función es la misma que los fluidos, pero con una textura oleosa: más rica, nutritiva y protectora. Para decantarnos por uno u otro debemos tener en cuenta aspectos como nuestro tipo de piel, si vamos a utilizarlo por la mañana o por la noche, si nos maquillamos, la estación en la que nos encontramos, o incluso nuestro estado emocional.
Dicho esto, no todas las personas tienen las mismas necesidades, los mismos rituales de belleza, el mismo tiempo para realizarlos, o las mismas ganas… Por eso, nos gusta recalcar siempre que un sérum no es un producto fundamental para todo el mundo. Úsalo si hay algún aspecto de tu piel que quieras tratar más intensamente, o si, como a nosotros, te apasiona la cosmética y cuantas más cosas (buenas) te pongas, más disfrutas.
Uses sérum o no… Be Clementine!
Nota: Sérum es el nombre en inglés del castellano Suero, pero en cosmética está más extendido su uso en inglés.